domingo, 20 de octubre de 2013

12O. Som Catalunya. Somos España.

Bajando por Paseo de Gracia hacia Plaza de Cataluña el pasado 12 de Octubre me fue invadiendo una sensación de retorno a algo vivido, de "dejà vu" llegando a la conclusión de que estaba participando en algo a la vez antitético e idéntico a una situación anterior. Retrocedamos en el tiempo.

En el año 1977, aunque muy jóvenes, eramos conscientes de que estábamos saliendo de una larga dictadura que había ahogado las libertades individuales. Estábamos convencidos, en aquel momento, que Cataluña había sufrido una terrible opresión cultural y que se había maltratado uno de sus idiomas propios, el catalán. Estábamos también en el Paseo de Gracia.
La manifestación del 11 de septiembre de 1977 fue una magnífica manifestación. Una manifestación promovida por movimientos catalanistas organizados, pero al mismo tiempo seguida de forma espontánea por multitud de personas. Yo era uno de ellos. Delante nuestro el aparato estatal que estaba cambiando (tres meses antes se habían celebrado las primeras elecciones democráticas en España tras la muerte de Franco), pero que parecía que debíamos de empujar hacia mayores cuotas de libertad. Nadie clamó por la independencia en el 77. Se clamaba por mayor libertad.
El grito más coreado fue "Volem l´Estatut" solicitando para Cataluña un reconocimiento a sus singularidades que Franco había cercenado. En aquel momento yo mismo, convencido de la justicia  de la reivindicación, comencé a responder al "Volem l´Estatut" con el grito de"ara" (ahora o ya) y  la gente de mi alrededor se unió a la respuesta. Para mi sorpresa el "ara" se fue extendiendo a lo largo de la multitud y toda la manifestación acabó clamando  "¡Volem l´Estatut, ara¡". Fue excitante oir un griterío tan poderoso y pensar que una sola persona (sin altavoces) había contribuído a ello.
La prensa del día siguiente afirmó que el 11 de septiembre la gente se sitió tan poderosa que no solo reclamaba el Estatut, sino que lo pedía para ya. El 23 de octubre de ese mismo año Tarradellas aparecía en el balcon del Palacio de la Generalitat clamando su "Ciutadans de Catalunya, ya sòc aquí". En 1978 se aprobó la Constitución y en 1979 el Estatut.

Poco podía imaginar yo que aquella reivindicación democrática se iría corrompiendo a lo largo de los años  para llegar a la increible situación actual, con negación de derechos linguisticos y culturales a gran parte de ciudadanos catalanes que tenemos el castellano como lengua materna y con la pretensión, desde las élites, de llevarnos hacia la secesión del resto de España.

Como decía al principio, el 12 de octubre de 2013 , me trajo sensaciones muy parecidas a la de aquel lejano 11 de septiembre. Los furgones de "grises" se habían cambiado por los furgones de "mossos". Desde un punto de vista cuantitativo no había comparación posible. Fue enormemente más multitudinaria la del 77 que la del 12O, pero desde el punto de vista emocional y de lucha contra el poder establecido las similitudes fueron muchas.
Hubo también grandes diferencias.
La manifestación del 11S 77 fue apoyada por los medios de información locales y hay que reconocer que se vivió como una gran fiesta. No hubo grandes movimientos del poder establecido para boicotearla.
La manifestación del 12O 13, sin embargo fue vilipendiada desde su convocatoria por todos los medios locales subvencionados por la Generalitat. Se intentó disuadir a la asistencia confundiéndola con manifestaciones de signo fascista y violento.  Se permitió una manifestación de signo contrario a menos de 1 Km para que funcionara la política del miedo. Pero no funcionó.
Fueran 30.000, 100.000 ó 160.000 las personas que acudimos lo cierto es que fuimos muchos. El ambiente festivo  de lucha contra el poder establecido y contra el egoísta intento de secesión fue inenarrable.

Tengo la impresión (y tengo todo el derecho del mundo a tenerla) que el 12O del 13 ha significado para el antiindependentismo algo similar a lo que representó el 11S 77 para el catalanismo. Un punto de inflexión. Un hito en que la sociedad catalana se ha dado cuenta de que dentro de su seno hay muchísimas personas dispuestas a dar la cara por mantener la unión con España. Que a pesar de las barreras informativas, de la distorsión de los hechos por los medios subvencionados, de las agrias descalificaciones desde el poder local, son muchos los que no están adormecidos ni subyugados por los himnos, banderas y falsas promesas del nacionalismo.

Salimos el 12O y saldremos las veces que hagan falta. Las redes sociales fueron imprescindibles para demostrar que el nacionalismo NO avanza  triunfante por una autopista solitaria. #BarcE12Ona, #CataluesEspaña, #EspañaNoseVota, #EspanyaAlCor, #SomosEspaña,
#12O.#SomCataluyaSomosEspaña. No estamos solos.

domingo, 6 de octubre de 2013

El nacionalismo y la estética.

Viendo en TV algunas imágenes de la cadena humana realizada el  11 de septiembre en Cataluña, fui una vez más consciente de la estrecha relación entre nacionalismo y estética. Personas jóvenes a mi alrededor sin ninguna convicción nacionalista estaban impresionadas por la magnitud estética y festiva del evento. No hay que negarlo, ver a centenares de miles de personas en un ambiente festivo envueltos en banderas y en muchos casos vestidos con las mismas camisetas podía incluso dar pie a que algunos jóvenes sintieran una cierta envidia por no estar presentes en la fiesta multicolor. Por suerte, para muchos, todavía la razón está por encima de las emociones y de la estética.

No voy a entrar en la polémica en cuanto al número de personas presentes en la cadena. Se sabía que eran necesarias unas 300.000 personas para completarla. Los primeras estimaciones llegaron a las 600.000 personas y con el paso de los días se fue consumando la clásica escalada: un millón, un millón y medio y finalmente se llegó a la cifra mágica de los dos millones. Supongo que el límite serán los 7,5 millones de catalanes menos uno ya que yo no estaba y no me pueden contar. De todas formas tampoco asistieron varios millones  de personas más.
Lo cierto es que fue una fiesta de gran vistosidad. La estética, como siempre hace el nacionalismo, estuvo muy bien cuidada. Como espectáculo televisivo fue excelente. El despliegue de medios de TV3 fue excepcional. Los medios subvencionados se prodigaron en reportajes,  concursos fotográficos sobre las mejores imágenes...etc. El dinero público da para mucho.

El nacionalismo tiene muy claro que hay que alejar a las personas de su individualismo racional y hay que sumergirlas en el grupo, en una fiesta de colores, himnos, proclamas, teórico compañerismo y, sobre todo, hay que definir un enemigo. El enemigo es España.


 Como ha afirma el premio Nobel Mario Vargas Llosa, el nacionalismo es el regreso a la tribu. En la tribu el individuo se sentía protegido porque formaba parte de un ente  capaz de enfrentarse a entes distintos. La evolución  permitió que la persona fuera consciente de su valor intrínseco, de que podía ser un ente individual y que era mucho más que una mera parte de un grupo.
El nacionalismo intenta regresar a ese grupo cerrado, a ese grupo tribal, el cual  pretende mantener homogéneo a lo largo de los siglos manipulando la Historia cuando es necesario.

El regreso a la tribu se ayuda con la homogeneidad, con la "razón colectiva", con las grandes demostraciones con un planteamiento único. Con la sensación de que estamos ante iguales y que tenemos un enemigo común. Con la estética de las masas uniformes.
La  preocupación del nacionalismo por la estética ha sido bien evidente a lo largo del siglo XX. Cualquiera puede recordar la estética de las demostraciones nacionalistas vividas a lo largo de ese siglo.
En la misma España, Franco reunía el 1 de octubre de 1975 a 700.000 personas en la Plaza de Oriente que sumergidas en el espíritu de tribu llegaron a clamar "al paredón" "al paredón" apoyando la decisión del dictador de aplicar la pena de muerte. Por suerte España ha evolucionado mucho desde entonces. Tenemos una Constitución que garantiza los derechos humanos y somos seguramente uno de los paises con menos fiebre nacionalista central. No vivimos como EEUU y tantos países pegados a la bandera. Por no tener no tenemos ni letra para nuestro himno. Y no pasa nada.
Otra cosa es que no no nos defendamos cuando el nacionalismo local pretende crear fronteras entre nosotros.

Las tribus hace tiempo que han sido superadas en Europa. Incluso  hemos conseguido  que en gran parte de nuestro continente desaparezcan las fronteras  para centenares de millones de personas. La estética está muy bien para los espectáculos, pero no nos debe influir  la utilización polìtica que hace de la misma el nacionalismo .
Mucha estética y poco contenido intelectual.